miércoles, 3 de diciembre de 2008

Capacidad Intelectual

Los primeros estudios sobre el cerebro humano se centraron en el tamaño. Estos estudios fueron animados por la idea de que el tamaño del cerebro y la capacidad intelectual estaban relacionados íntimamente, lo que planteaba dos problemas. En primer lugar, se ha visto que los seres humanos modernos, que nos creemos las criaturas más inteligentes, nos somos los que tenemos el cerebro más grande. Con 1.350 gramos, el cerebro humano está muy por debajo del de las ballenas y los elefantes, cuyos cerebros pesan entre 5000 y 8000 gramos (Harvey and Krebs, 1990). En segundo lugar los cerebros de intelectuales fallecidos, como Einstein, no concuerdan en tamaño con su inteligencia. Los cerebros humanos sanos varían mucho en cuanto al tamaño entre 1000 y 2000 gramos, pero no existe relación alguna entre este tamaño y la inteligencia. Un problema evidente al relacionar el tamaño cerebral con la inteligencia es el hecho de que los animales más grandes tienden a tener cerebros más grandes, al parecer debido a que los cuerpos grandes necesitan más tejido cerebral para controlarlos y regularlos. Así, los hombres más grandes tienen cerebros más grandes que los hombres pequeños, los hombres tienen cerebros más grandes que las mujeres y los elefantes tienen cerebros más grandes que los humanos, pero esto no indica nada acerca de la inteligencia relativa de estas poblaciones. Esto ha llevado a proponer que el peso del cerebro, expresado como porcentaje del peso corporal, podría indicar mejor la capacidad intelectual. Esto permite a los humanos (con su 2,33 %) recuperar su bien merecida primera posición por delante de los elefantes (0,2 %) pero ambos son superados por la gigante intelectual del reino animal, la musaraña (3,33 %). Un enfoque más lógico del estudi ode la evolución cerebral consiste en comparar la evolución de diferentes regiones cerebrales (Finlay and Darlington, 1995; Killackey, 1995). Por ejemplo, ha resultado útil separar la evolución del tronco encefálico de la del cerebro (los hemisferios cerebrales). En general, el tronco encefálico regula las actividades reflejas críticas para la supervivencia (por ejemplo, el latido cardíaco, la respiración y los niveles sanguíneos de glucosa), mientras que el cerebro interviene en procesos adaptativos más complejos, como el aprendizaje, la percepción y la motivación. Hay tres aspectos importantísimos sobre la evolución del cerebro. El primer aspecto es que el tamaño ha aumentado a lo largo de la evolución; el segundo es que la mayor parte del aumento del tamaño corresponde al cerebro, y el tercer aspectos es que ha habido un aumento en la cantidad de circunvoluciones (pliegues de la superficie del cerebro), que ha aumentado considerablemente el volumen de la corteza cerebral (la capa externa del tejido cerebral). Las semejanzas entre los cerebros de distintas especies relacionadas son más significativas que las diferencias. Todos los cerebros están formados por neuronas, y las estructuras neurales que componen el cerebro de una especie pueden encontrarse casi siempre en los cerebros de las especies afines. Por ejemplo, el cerebro de los humanos, monos, ratas y ratones presentan las mismas estructuras en general.

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